317 07-mar-2005 15:06
per tutti i derubati (Tomi - TO)
TUTTI UNITI per essere ascoltati. Chi ha venduto, chi ha aderito, chi non ha aderito, chi a aderito alla class action in USA. TUTTI INSIEME SIAMO STATI TRUFFATI ED IMPOVERITI E TUTTI INSIEME DOVREMMO CREARE UNA SOLA VOCE . RIVENDICARE I NOSTRI DIRITTI VISTOSAMENTE VIOLATI. FONDIAMO UNA CONFEDERAZIONE DEI TRUFFATI A TUTTI GLI EFFETTI. CHI NE HA LE CAPACITA' ORGANIZZATIVESI SI FACCIA AVANTI.
06/mar/05 - ITALIANOS INICIARON UNA INTIMACIÓN
AL GOBIERNO ARGENTINO Y AL FMI
Fuente : Damnificados Financieros Asoc. Civil
SE TRATA DE DIFERIR PAGOS AL ORGANISMO INTERNACIONAL, HASTA QUE SE DEFINA LAS RELACIONES CON LOS BONISTAS MINORITARIOS "ENGAÑADOS".
Acto de Intimación
De la Associazione SOCIETA ITALIA ARGENTINA, con sede en Roma, en persona del Presidente prof. Victor Uckmar representado por el Abogado Cristian Billardi, constituyendo domicilio a los efectos del presente en Buenos Aires, calle Reconquista 144, Piso 8A (fax 005411/43434207)
En contra
del Gobierno de la República Argentina, en la persona del Sr. Presidente de la Nación
y en cuanto fuese pertinente en contra
del Fondo Monetario Internacional, en persona de su Presidente, con sede en Washington, 700 19 th Street, N.W.
1. Introducción
Hacia fines de la década de los 80, Argentina se encontraba con que debía enfrentar una situación económica de crisis, caracterizada por hiperinflación, inestabilidad de los precios y recesión.
El sistema de cambio peso/dólar adoptado en abril de 1991, junto a otras medidas de reforma del aparato estatal, entre las que se debe recordar en primer término un gran flujo de privatizaciones de las empresas públicas, contribuyó de manera determinante a la reducción de la inflación y a la recuperación económica que se verificó en la década del 90. Entre 1991 y 1998 el PBI argentino crece al ritmo del 6% anual y recibe un importante flujo de capitales extranjeros.
Ya en este periodo de crecimiento, no obstante, se podían vislumbrar los gérmenes de la gran crisis del 2001: en efecto, la política fiscal argentina y la gestión de la deuda pública aparecían expuestas a numerosas críticas por parte de los observadores internacionales.
En particular, Argentina ha sufrido siempre la tendencia de los Gobiernos a gastar más de cuanto la economía nacional podía sostener. Si, por una parte, el sistema fiscal se presentaba inclinado a ciertos abusos, por la otra, el Gobierno nunca se ha ahorrado en gastos.
A esto debería agregarse que el sistema de los gastos públicos se encontraba fuertemente descentralizado, principalmente entre las Provincias que, frente a una amplia capacidad de gastos, no poseían los poderes tributarios pertinentes. Esto siempre ha inducido a las Provincias a gastar cifras excesivas y a endeudarse emitiendo sus propios bonos, contando luego con el salvataje por parte del Gobierno central, quien se veía obligado a tapar los baches del balance. De frente a esta situación de endeudamiento público, ya durante los años de expansión económica, hubiese sido oportuno proceder a la reforma del sistema fiscal para reequilibrar la relación entre ingresos y gastos públicos.
Por otra parte, esta situación de constante y creciente endeudamiento público mal se conciliaba con el sistema de paridad fija peso/dólar adoptado en 1991, que impedía el financiamiento del Estado a través de la emisión monetaria. De frente a una política monetaria endurecida por el cambio fijo, el Gobierno debería haber perseguido una política fiscal mucho más prudente para evitar de cargar aún más el balance del Estado. Sin embargo, esta circunstancia fue sistemáticamente impedida por la situación política del País donde los justicialistas han tenido siempre un rol importante en el Congreso.
Así entonces, ya antes de la explosión de la gran crisis del 2001 se habían manifestado los síntomas de la crisis.
Si bien la Argentina había lo grado superar con cierta agilidad la crisis mexicana de 1995 (crisis Tequila), mucho mas fuerte fue el impacto de la crisis brasileña de 1999. En aquel año, los exportadores argentinos se encontraron con que debían hacer cuentas con un dólar fuertemente apreciado (que limitaba por ende su competitividad) y con un real brasileño fuertemente devaluado, que convertía a los bienes de producción brasilera mucho más convenientes que los bienes argentinos. Puesto que Brasil era el primer partner comercial, esta crisis tuvo efectos desbastantes también en Argentina. La contracción del PIB en 1999 fue prácticamente inevitable.
Por su parte, el Fondo Monetario Internacional (FMI), que se encontraba involucrado con Argentina de manera constante por mas de diez años, no impuso la medida de las reformas estructurales necesarias para reencauzar la economía. En efecto, normalmente antes de conceder ayudas financieras a un País que así lo requiere, el FMI debería imponer como condiciones la adopción de las medidas más adecuadas para el reencauzamiento de las finanzas públicas (se trata de lo que vulgarmente se define como conditionality of the IMF). En el caso de Argentina, en particular, hubiese sido necesario reformar el sistema de salud nacional, las pensiones y el sistema fiscal (especialmente responsabilizando mayormente a las Provincias). Pero aún cuando dichas condiciones fueron requeridas, el FMI concedió siempre dispensas y moratorias al Gobierno argentino que se encontraba crónicamente por abajo de los márgenes prefijados en el acuerdo.
Otro error del FMI fue el de no haber predispuesto anticipadamente una estrategia para el abandono del régimen de cambio fijo peso/dólar. En efecto, cuando la situación económica se hizo más grave y se mostraba indiciariamente ardua la posibilidad de mantener la paridad con el dólar, hubiese sido más oportuno abandonarla de manera planificada y controlada y no, en cambio, intentar un salvataje a cualquier costo, como en cambio se llevó a cabo hasta el momento en que la paridad fue derogada de manera desordenada por obra de las fuerzas del mercado.
Un abandono organizado de la paridad en el año 1999 o en el 2000 seguramente habría reducido los daños que, en cambio, se produjeron en su máxima gravedad en diciembre del 2001 enero del 2002.
Al respecto, incluso fueron violadas las guidelines del FMI, que había fijado en el 1999 cuando se produjo la devaluación del real brasilero y que hubiesen impuesto la modificación del régimen de paridad peso/dólar.
Vale decir que el FMI fue inducido a error también por la falta de análisis técnicos adecuados por parte de su staff técnico. En particular, el staff sobrestimó la capacidad de la economía argentina para soportar shocks extremis como aquellos causados por la crisis del real brasileño y para no sostener el peso de una deuda pública en constante aumento.
No solo, aún cuando el staff reconoce los riesgos de tal situación, el management del FMI ignoró toda advertencia. De las investigaciones de la Oficina de Investigación Independiente del FMI (IEO), de acuerdo al informe publicado a fines de julio del 2004, y de las audiciones de parlamentarios americanos frente al Congreso, resulta que algunas decisiones fundamentales para la gestión de la crisis fueron profundamente influenciadas por los miembros más importantes del FMI (Estados Unidos) e, inclusive, tal vez tomadas fuera del Consejo de Administración del FMI.
En efecto, algunas cuestiones fueron eludidas y no discutidas abiertamente por temor a una fuga de informaciones que habría podido dar lugar a especulaciones.
Incluso en el mismo año 2001, cuando a juicio de la mayoría de los expertos la situación era irremediablemente comprometida, el FMI concedió a la Argentina tres préstitos: en enero, marzo y, sobretodo, setiembre. Tal decisión probablemente debe fundarse a mas factores: por una parte existía la necesidad de salvar el modelo Argentina, que había sido mostrado como ejemplo de la importancia y la bondad de las intervenciones del FMI durante los diez años anteriores; por la otra, existía la esperanza (mal fundada) de una recuperación de la economía mundial que habría ayudado a la Argentina, y la cabal conciencia de que un rechazo al soporte financiero solicitado por el Gobierno habría provocado el inmediato default. Indudablemente, la confianza de los mercados jugaba un rol fundamental en el proceso de saneamiento de la deuda pública. Pero la política argentina, con la renuncia de dos Ministros de economía (Machinea y Lopez Murphy) en el arco de solo dos semanas y la posterior victoria electoral de los Peronistas en el Congreso, contrarios al recorte de los gastos públicos en un momento de grave crisis social y de difusa desocupación, no era ciertamente reasegurante.
En realidad, el PBI argentino continuó decreciendo incesantemente durante todo el 2001 y esto, disminuyendo los ingresos fiscales, agravó el ya desbordado balance federal.
(continúa en 29 páginas que por razones de espacio no se publican).
Conforme cuanto se ha referido in supra, la suscripta
invita
al Gobierno de la República Argentina a diferir la restitución de las sumas a desembolsar al Fondo Monetario Internacional hasta que se definan las relaciones con los acreedores suscriptores de los "bonds" de la deuda pública argentina.
Associazione SOCIETA ITALIA ARGENTINA.
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